Ser objetivo, atenerse a
los hechos o mostrarse aséptico, han sido los rasgos que han definido el buen
ejercicio de la profesión periodística hasta las últimas décadas de este sigo.
Sin embargo, varios estudios realizados en España a este respecto muestran una
común paradoja que bien merece el análisis y el esfuerzo de la investigación.
Los periodistas siguen suscribiendo el principio de objetividad, pero reconocen que es imposible
llevarlo a la práctica. Hay cierta distancia entre lo que los periodistas conciben
que es la objetividad y lo que en realidad practican. Se ha generalizado la percepción profesional de que el periodista
no se limita a contar lo que sucede pues, al contarlo, aporta además su punto
de vista. Se comprueba también que los periodistas tienden a buscar la representación de las distintas voces de un conflicto; los
periodistas asumen además otras funciones del periodismo que implican una
negación de la neutralidad, y que ponen entre interrogantes la imagen del
periodista-espejo de la realidad.
Esta confusión, pone de manifiesto que hay algunas cuestiones sobre la profesión
periodística que aún están por resolver; ¿Qué es el periodista y cuál es su
función en la sociedad? ¿Existe un acuerdo común, al menos entre quienes la
practican, de la definición de esta profesión? ¿Cómo se ve el periodista a sí
mismo? ¿En qué medida los contenidos de las informaciones están influidos por
lo que el periodista cree que es su papel? ¿Cuál es el contexto cultural y
social en el que los periodistas buscan informaciones y elaboran noticias que
finalmente se publican o emiten?
El contexto
teórico-normativo de las actitudes profesionales
¿Qué debe hacer un
periodista? ¿Cuál es su función en la sociedad?
Teoría liberal y teoría
de responsabilidad social. La teoría libera, se encuadra en el liberalismo
económico clásico propugnado por Adam Smith que consideraba que el Estado no debe intervenir
en absoluto en el control de la prensa, con el fin de que pueda haber un
"mercado libre de ideas". Concibe la prensa como el Cuarto Estado o
el Cuarto Poder, al que le corresponde controlar y corregir los abusos de los
poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Por otra parte, la teoría de
responsabilidad social, aparece después de la segunda Guerra Mundial, con la
creación, en los Estados Unidos, de la Comisión de la Libertad de Prensa,
denominada Comisión Hutchins.
Sugería una mayor intervención del Estado en el control de la información con
el fin de que, se asegure también la responsabilidad de la misma. Las funciones
que bajo esta concepción se atribuyen a la prensa son la de servir al poder
político, de la ilustrar al ciudadano para que sea capaz de autogobernarse, la de entretener y la de servir a la economía.
Lambeth, considera que la investigación realizada se
queda corta por carecer de una formulación positiva sobre la ética
periodística; una formulación que sea rica conceptualmente al mismo tiempo que útil para la práctica del
periodismo.
Actitud profesional y
profesión periodística
¿A qué tipo de actitud
profesional nos estamos refiriendo cuando hablamos de profesión periodística?
¿Qué se entiende por profesionalidad en el mundo de la comunicación?
La investigación
académica carece aún de una definición clara y preciosa de profesionalidad en
el ámbito de la comunicación.
La profesión periodística sólo puede ser definida en su propio quehacer,
siempre rápido, innovador y difícil de codificar.
Jack Mc Leod y Searle Hawley identificaron que hay profesionalidad cuando la motivación es
ajena a la satisfacción individual personal, es decir, cuando lo que se busca
no es propio provecho sino el bien de la comunidad. Las motivaciones que denotan profesionalidad son, el considerar
que el periodismo es un trabajo de gran trascendencia social, en el que se
puede poner en práctica las propias habilidades y conocimientos. Es buen
profesional entonces el que no ambiciona nada personal ni pragmático.
Windhal y Rosengren trataron de perfeccionar el índice de
profesionalidad en la sugerencia de tomar profesión aquella actividad en la que
hay normas universalmente aceptadas; en la que se da elevada importancia a la
experiencia; en la que las relaciones con los clientes se caracterizan por la
neutralidad afectiva; y en la que se busca interés del cliente más que del
propio profesional. El "status" profesional no es
algo que se adquiere por inscripción sino por la práctica, y sugieren tomar en consideración otras variables como la formación, conocimientos
específicos, autonomía en el ejercicio profesional, una determinada organización y, por último, una relación con el cliente
entendida como una relación de servicio.
Splichal y Sparks argumentan que en la profesión periodística es preciso tener en cuenta otras características
además de los indicadores clásicos de asociacionismo y lectura de publicaciones especializadas. Afirman estos autores, tiene una
serie de matices diferenciales que tienen que ver con la distancia que se presenta entre lo que
el periodista quisiera hacer y lo que el periodista realmente puede hacer.
Las tipologías de las
actitudes profesionales
Era, esta primera, una clasificación muy básica y sencilla. El periodista puede ser
neutral -cuando se limita a informar sólo que se ve- o participativo -cuando incluye matices y características que
van más allá de lo que se ve-.
El periodista neutral no
participa, en el sentido de que no interviene tomando postura en aquello que
cuenta. El participativo es activo en el sentido de que decide investigar los datos,
especialmente cuanto éstos se refieren a informaciones emitidas por organismos
oficiales.
Se proponía la
neutralidad como máxima. Weaver y Wilhoit afirman que "dar información al público con
rapidez" no significa ser necesariamente neutral o que, por ejemplo, "dar información sobre el
gobierno", que Johnstone hubiera calificado de participativo no necesariamente significa estar de acuerdo con él. Llegan a la
conclusión a la tipología que había ofrecido Johnstone, y sugieren la siguiente clasificación. Periodista adversario es aquél que considera
que su función consiste en controlar al poder político, distanciándose con
escepticismo de las fuentes oficiales, particularmente del gobierno y de los
poderes económicos, e investigando al respecto. Periodista difusor de
información es aquél que concibe que su papel es distribuir información con
rapidez y al mayor número posible de gente. Por último, periodista intérprete
es el que considera que ha de analizar e interpretar la información que da,
particularmente cuando esa información hace referencia a los problemas
públicos. Esta clasificación de Weaver y Wilhoit no es radical en torno al principio de
objetividad, e incluso éste ya no aparece implícito. Pero deja algunas
preguntas planteadas: ¿qué es interpretar a diferencia de opinar? ¿Qué es
interpretar a diferencia de analizar? ¿Puede el periodista interpretar sin que
en esa interpretación quede proyectado su punto de vista? ¿Implica ser difusor
ser también neutral? Y de modo más radical, ¿puede realmente el periodista ser
natural?
Canel, Sánchez-Aranda y Rodríguez-Andrés tratan de completar esta topología sugiriendo cuatro etiquetas para las
actitudes profesionales. Estos autores sugieren llamar al intérprete analista y
añaden una etiqueta, la del abogado, para designar al periodista que considera
que, en su quehacer informativo tiene importancia promover determinados valores
e ideas. La tipología que sugieren a este respecto Donsbach y Patterson trata de abordar dos dimensiones. En primero
lugar, respecto a la autonomía que el periodista tiene como actor político, el
comunicador puede ser pasivo o activo. El pasivo es transmisor aséptico en
cuanto que hace de espejo de la realidad, limitándose a dar conocer lo que ve.
Este periodista pasivo, cuando trata política, confía en las fuentes oficiales
haciendo de altavoz de las mismas. El activo tiene iniciativa, investiga, no
confía rutinariamente en las fuentes oficiales, es adversario y vigilante del poder.
En segundo lugar,
respecto a la toma de postura del periodista como actor político, éste puede
ser neutral o abogado. Neutral es el que se limita a dar los datos tal y como
los ve, recogiendo declaraciones de todos los puntos de vista, no es crítico ni
apoya al gobierno. El periodista abogado es que aboga por una serie de ideas,
ideologías, políticas o programas. De la combinación de estas dos dimensiones
surge la siguiente tipología; el periodista pasivo-neutral es espejo de la
realidad, su cobertura es eminentemente fáctica, de datos. El periodista pasivo-abogado es el periodista
que trabaja para un partido político: aboga por una causa pero sin iniciativa
propia, sino a distancias de lo que el partido necesita y le pide. El
activo-neutral es crítico, adversario, vigilante, escéptico, partidario de la
concepción de la prensa como Cuarto Poder, y el activo-abogado es ideólogo e
interpreta los datos con la intención de proyectar sobre ellos un punto de
vista.
Por último Blumber y Gurevitch entienden que el periodista puede ser pragmático
o servil. Pragmático es el que considera que no toda información oficial es
noticia, implica una actitud analítica, una reactiva e implica añadir a la
información oficial valores periodísticos que atraigan a la audiencia.
El periodista servil es
el que considera que los medios de comunicación han de ejercer el servicio público de dar a
conocer lo que hace la autoridad política, toda información oficial es noticia,
entiende que debe servir al político transmitiendo el mensaje de éste de forma
limpia y libre de interpretaciones.
Las influencias
"en" las actitudes profesionales
Etzioni afirma que en la profesionalización hay que distinguir lo que él llama el proceso de selectividad y el proceso de socialización. El primero es la selección básica es personal
que se hace conforme al nivel de conocimientos que se tiene de la profesión. El segundo, la socialización, hace referencia a la adquisición de las
habilidades que se requieren para poder cumplir satisfactoriamente con un determinado trabajo.
La socialización consiste en la adquisición de habilidades y
conocimientos técnicos y como socialización expresa, que tiene que ver más con una serie de valores
específicos, éticas y normas profesionales. Esta socialización expresa se desarrolla al recibir orientaciones
que informan la conducta profesional y generan un sentido de colegialidad, es decir, de identidad corporativa respecto a
lo que la organización hace y busca.
Windahl y Rosengren sugirieron la distinción de dos niveles: por una
parte, lo que consideraron variables de actitudes individuales y, por otra, las variables estructurales que
están más relacionadas con el proceso colectivo de socialización de la redacción en la que se trabaja. Shoemaker y Reese identificaron varios niveles, de mediación: el individual, el organizacional, las rutinas periodísticas, los elementos externos al medio y la
ideología.
La profesión
periodística tiene un profundo carácter colectivo, y en ella la socialización con los colegas de la redacción así como las
exigencias de la organización son muy influyentes. En todos los niveles hay elementos que
predicen las actitudes profesionales. La influencia de la edad, de las
creencias o de los valores de los periodistas no es anulada por la redacción en
la que se trabaja. Como argumenta Splichal, el proceso de profesionalización debe ser considerado como algo tanto individual como colectivo.
Las influencias
"de" las actitudes profesionales en los contenidos
Las actitudes
profesionales influyen en la práctica profesional. Es decir, las noticias
varían según la concepción que los periodistas tengan de su propio papel. ¿Cómo
detectar los encuadres de las informaciones? Precisamente porque constituyen
algo sutil, identificar aquellos enfoques con que los periodistas proyectan las
informaciones es algo complejo.
Hacia una perspectiva
simbólica para el estudio de la relación entre periodista y contenido de las
informaciones
El periodista no es un
ser aséptico que recoge datos para transferirlos tal cual a su audiencia; por
el contrario, es una persona que "relata" y, al relatar,
"interviene" con todas sus circunstancias. Estas circunstancias se fusionan en una particular combinación para
originar formas de comprender el mundo, plasmadas en informaciones
concretas.
First trata de afrontar esta disyuntiva al explicar
que los medios de comunicación son, un componente fundamental de la realidad simbólica, del mismo
modo que en otros tiempos lo fueron las narraciones literarias o los lienzos.
Actualmente, la percepción de la realidad pasa por la percepción mediática que afecta a cómo los individuos interpretan las
experiencias objetiva y simbólica. Por una parte, los periodistas construyen significados; y por otra, la opinión pública es parte del
proceso por el que los periodistas desarrollan esos significados.
Los nuevos formatos de
los medios de comunicación alteran las relaciones de las personas con lo real, la comunicación, se refiere a una unión de prácticas, formas,
relaciones, y tecnologías de representación con las que construir definiciones de la realidad. La comunicación queda definida entonces como un "proceso de
mediación que incluye esquemas interpretativos y organizacionales inmersos en formatos específicos.
La perspectiva simbólica de los contenidos de los medios de comunicación, permite analizar adecuadamente la relación entre actitudes profesionales y las
noticias. Suponer un intento de superación del fraccionamiento del trabajo periodístico en un nivel individual
por un lado y organizativo por otro; segmentación sin duda de interés para el análisis
científico, pero algo alejada de la realidad profesional, donde se demuestra
que en un nivel y otro se solapan y entremezclan continuamente. Un periodista
que piensa que los ciudadanos le han encomendado la misión de establecerse como
un "perro guardián" de las instituciones tenderá a informar de ellas de modo crítico y a
erigirse como juez de su funcionamiento, puesto que esto es lo que denota el símbolo "perro
guardián". El fin que persiguen los periodistas es que su información esté
sopesada, garantizada, avalada o sancionada por una figura que aporte confianza
a la audiencia.
Entre la audiencia y el
periodista hay como un guiño cultural por el que tanto uno como otra aceptan
una determinada fuente como verificadora de los contenidos. La fuente se configura como el símbolo de la
certeza. Encontramos también elementos simbólicos en el lenguaje así como en el
estilo narrativo que utiliza el periodista, puesto que éste tiende a referirse
a códigos, convenciones y esquemas sociales, identificados como representacionales.
En el nivel organizativo, desde esta perspectiva simbólica la redacción
es vista como un proceso de retroalimentaciones continuas entre los periodistas
que en ella trabajan. Con las rutinas profesionales los periodistas se
enfrentan a situaciones creadas por otros a las que tienen que amoldar sus actos, por que
participan de modelos de conducta que ellos mismos no han creado, al menos en
su totalidad.
Entre el periodista y la audiencia se produce también una interacción simbólica que influye en los contenidos de las noticias.
Autores del texto original: María José Canel y Teresa Sábada.
Opinión Personal
Se considera que la guía no es lo suficientemente explicativa, menciona a tantos autores con tantas perspectivas distintas que deja inconclusas y sin respuesta las preguntas planteadas, dificultando así el entendimiento y el aprendizaje por parte del lector.
Personalmente, se cree que es bastante confusa y que no deja nada claro, además insistimos en que no concluye nada, esto conlleva a un vacío de aprendizaje respecto al tema, es decir, no se entiende de ninguna manera a qué llegan los autores. Además, creemos que no habla en su totalidad de la objetividad, si bien trata asuntos referentes al periodismo no se enfoca en esa parte, que para nosotros, es la fundamental de él.
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